Miles
de habitantes del campo de Lorca y Puerto Lumbreras están viviendo una verdadera
pesadilla desde que un temporal de agua convirtió sus campos, granjas,
industrias y hogares en un verdadero pantano. Una masa de agua de dimensiones
difíciles de creer, que recorrió como un relámpago devastador el entorno de las
ramblas principales, La Torrecilla, Béjar, Nogalte... arrasando a su paso con
todo.
Hasta
el 28 de septiembre, el tren entre Águilas y Murcia salvaba la rambla de
Nogalte gracias al puente de los Catorce Ojos. Tres semanas después de la
tragedia, el municipio pesquero continúa incomunicado por tren con el resto del
mundo, porque esto es lo que ha quedado del puente.
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Encima de la base ovalada había otro muro |
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El agua partió los raíles como si fueran de madera |
En
tan sólo una tarde, miles de toneladas de agua impactaron contra la estructura,
arrancando de cuajo uno de los pilares del puente, moviendo de su lugar las
losas de cemento por las que pasaban los trenes y convirtiendo la vía en
alambres, que casi se podrían confundir con los cientos de metros de tuberías
de riego arrancadas de los campos cultivados, junto con árboles, semillas,
invernaderos, aperos de labranza y la propia tierra fértil.
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Tuberías de riego por goteo, convertidas en una maraña irrecuperable |
Un
recorrido por el puente del tren deja imágenes que sólo hemos visto en
películas de guerra. Doblado contra uno de los pilares del puente, un
quitamiedos arrancado de cualquier carretera, con varios metros cuadrados de
placa de asfalto, mezclado con árboles, cañaverales, muchos metros cúbicos de
maleza e incluso una tubería doblada como una pulsera.
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La vía del tren |
Aguas
arriba puede verse Puerto Lumbreras; aguas abajo, la rambla de Nogalte, al
igual que la de Béjar, pierde su cauce y se esparce entre los campos, sin
ninguna canalización que la controle mínimamente. Vertiendo su caudal directamente
entre casas, bancales y cebaderos. Unos kilómetros más abajo, la vía rápida
Lorca-Águilas se convirtió en un auténtico dique donde las aguas se embalsaron,
volvieron atrás y continuaron subiendo en una noche de tormenta que para todos
los vecinos todavía no ha terminado, porque su presente siguen siendo los
caminos destrozados, los campos barridos de un manotazo, las industrias
anegadas, los muebles llenos de barro y la promesa de unas ayudas que tres
semanas más tarde todavía no han llegado.
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Aguas arriba, las casas blancas son Puerto Lumbreras |
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Aguas abajo, las ramblas desaparecen entre los campos |
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Señal de coto de caza, doblada por la fuerza de las aguas |
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Cultivo de naranjos en el borde del cauce |
Los pelos de punta...que pena.
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