lunes, 22 de octubre de 2012

Fotos del puente del tren sobre la rambla Nogalte



             Miles de habitantes del campo de Lorca y Puerto Lumbreras están viviendo una verdadera pesadilla desde que un temporal de agua convirtió sus campos, granjas, industrias y hogares en un verdadero pantano. Una masa de agua de dimensiones difíciles de creer, que recorrió como un relámpago devastador el entorno de las ramblas principales, La Torrecilla, Béjar, Nogalte... arrasando a su paso con todo.




 
            Hasta el 28 de septiembre, el tren entre Águilas y Murcia salvaba la rambla de Nogalte gracias al puente de los Catorce Ojos. Tres semanas después de la tragedia, el municipio pesquero continúa incomunicado por tren con el resto del mundo, porque esto es lo que ha quedado del puente.





Encima de la base ovalada había otro muro



El agua partió los raíles como si fueran de madera
 
             En tan sólo una tarde, miles de toneladas de agua impactaron contra la estructura, arrancando de cuajo uno de los pilares del puente, moviendo de su lugar las losas de cemento por las que pasaban los trenes y convirtiendo la vía en alambres, que casi se podrían confundir con los cientos de metros de tuberías de riego arrancadas de los campos cultivados, junto con árboles, semillas, invernaderos, aperos de labranza y la propia tierra fértil.


Tuberías de riego por goteo, convertidas en una maraña irrecuperable
             Un recorrido por el puente del tren deja imágenes que sólo hemos visto en películas de guerra. Doblado contra uno de los pilares del puente, un quitamiedos arrancado de cualquier carretera, con varios metros cuadrados de placa de asfalto, mezclado con árboles, cañaverales, muchos metros cúbicos de maleza e incluso una tubería doblada como una pulsera.



La vía del tren
            Aguas arriba puede verse Puerto Lumbreras; aguas abajo, la rambla de Nogalte, al igual que la de Béjar, pierde su cauce y se esparce entre los campos, sin ninguna canalización que la controle mínimamente. Vertiendo su caudal directamente entre casas, bancales y cebaderos. Unos kilómetros más abajo, la vía rápida Lorca-Águilas se convirtió en un auténtico dique donde las aguas se embalsaron, volvieron atrás y continuaron subiendo en una noche de tormenta que para todos los vecinos todavía no ha terminado, porque su presente siguen siendo los caminos destrozados, los campos barridos de un manotazo, las industrias anegadas, los muebles llenos de barro y la promesa de unas ayudas que tres semanas más tarde todavía no han llegado. 

Aguas arriba, las casas blancas son Puerto Lumbreras


Aguas abajo, las ramblas desaparecen entre los campos

Señal de coto de caza, doblada por la fuerza de las aguas


Cultivo de naranjos en el borde del cauce

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