Esta mañana, Twitter ha empezado a
arder en comentarios de crítica hacia el Telediario de anoche en TVE. Resulta
que, cuando la presentadora estaba hablando del fallo del Premio Nadal, como
imagen de fondo apareció una foto del tenista Rafa Nadal.
El prestigio de la cadena ha caído
en picado tras los ceses y nombra-mientos llevados a cabo en los últimos meses,
que muchas personas, entre las que me incluyo, calificamos como cambios
políticos del PP, sin que eso quite que el PSOE haya hecho lo mismo en alguna
otra ocasión. Por esa duda razonable sobre la imparcialidad de TVE, mucha gente
ha atacado el error cometido con la foto de los premios literarios.
Me puedo poner en la piel de los
compañeros de la cadena pública. Van mal de tiempo, o cargados de trabajo, y
alguien llama al departamento de Documentación y les dice: Necesito una foto del Nadal para poner detrás del presentador. Obviamente,
el noventa por ciento de las veces que alguien llama y menciona la palabra Nadal es porque el de Manacor ha
obtenido un premio (incluso pueden haber llamado pidiendo una foto del Premio Nadal, y en Documentación entender una foto del Premio a Nadal). Y obran en
consecuencia volcando dentro del informativo la foto de marras.
Ojo: es evidente que los de
Documentación no son los culpables del desaguisado, porque tiene que haber
alguien que supervise lo que se va a emitir. Cuando cualquier periodista confeccionaba
una noticia para 7RM, teníamos por encima a dos o tres personas que
supervisaban el resultado, para evitar problemas.
Por ejemplo: una tarde podían pedirme una retro foto -que es como en la cadena se llamaban a esas fotos grandes de fondo- sobre la visita del consejero Fulano, o de un alcalde, a tal instalación. Y yo no ser un profesional sino alguien con ganas de liarla, por ejemplo por ser mi último día de trabajo en la empresa.
Por ejemplo: una tarde podían pedirme una retro foto -que es como en la cadena se llamaban a esas fotos grandes de fondo- sobre la visita del consejero Fulano, o de un alcalde, a tal instalación. Y yo no ser un profesional sino alguien con ganas de liarla, por ejemplo por ser mi último día de trabajo en la empresa.
Imaginemos que en vez de una foto
estándard del consejero de turno recorriendo las instalaciones, yo hubiera
optado por poner la foto de un burro, de un cerdo, de Hitler, o cualquier
barbaridad. Yo habría mandado la imagen, con un nombre falso RETRO FOTO CONSEJERO
EN LORCA, al departamento de Realización, para que un compañero evaluase la
calidad del producto: es decir, que la imagen elegida por mí no está borrosa,
ni de color azul, y que el sonido -en el caso de noticias con locución- es
correcto (ni demasiado bajo, ni picado, ni con ruidos raros de fondo). En
Realización se habrían dado cuenta de que la foto de Hitler no corresponde con
la del consejero en Lorca, y me habrían llamado a mí, o quizás al editor, que
habría pasado la llamada al director de Recursos Humanos...
Yo quizás habría podido engañar al realizador,
simplemente cambiándole el nombre a la foto: RETRO FOTO LORCA. El realizador no
tiene por qué fijarse en el contenido, si la forma (color, encuadre, sonido en
su caso) están bien. Podría pensar que alguna sala de exposiciones de Lorca estaba
acogiendo una exposición sobre el nazismo. De manera que habría visto mi foto
de Hitler y le habría dado el OK.
Pero aún falta un último control:
por encima de los periodistas están los editores, que son los responsables de
los informativos. El editor tiene la misión, entre otras muchas cosas, de ver
que todo encaja. Que cuando el presentador hable de la inauguración de un
colegio en Lorca no saldrán imágenes de un accidente de tráfico en Yecla, ni
una foto de las playas de Mazarrón. El editor le pega una vista rápida a las
noticias -sabiendo que la calidad es aceptable, porque para eso el realizador
le ha dado antes el visto bueno- y ve que las imágenes y los textos son aptas
para emitir.
Si alguien me pregunta si ahí hay
posibilidad de censura, si el editor puede meterse en mi texto, les diré que a
mí, tras estar cinco años y medio en 7RM, lanzando una media de diez noticias
al día en los diversos informativos, no me cambiaron jamás ni una coma por motivos políticos.
En cualquier caso, hay ocasiones en
que la premura de tiempo obliga al editor a centrarse en las noticias más
destacadas, sin poder visualizar las piezas más pequeñas -como, por ejemplo,
las fotos del fondo-. De manera que yo podría haber engañado al realizador
haciéndole creer que la foto de Hitler era adecuada; podría haber sorteado el
control del editor mandando la foto un minuto antes de que se fuera a emitir.
Pero, desde luego, tan pronto el retrato del genocida hubiera salido en
pantalla mientras el presentador hablaba de un consejero, el editor habría dado
la orden inmediata: Cargaos la retro foto,
para hacer desaparecer ese despropósito en cuestión de segundos. Al menos, así
funcionábamos en 7RM.
Os voy a contar una anécdota que se
produjo en La 7 hace un par de años, cuyo responsable principal fui yo mismo. El
informativo del mediodía empezaba en aquella época a las dos y media; una sana
costumbre que luego se cambió, y que para muchos de nosotros supuso un mundo
habida cuenta de que había bastantes ruedas de prensa que se desarrollaban a la
una del mediodía. Parece que no, pero en Periodismo media hora de más o de
menos puede suponer un mundo.
Mi operador de cámara, Óscar Peña, y
yo éramos todo el personal de la Delegación de Lorca, que abarcaba un
territorio más extenso que el País Vasco. Al inmenso término municipal de Lorca
había que sumarle Águilas, Totana, Mazarrón y Puerto Lumbreras... y en
ocasiones Alhama, Aledo, Sierra Espuña, e incluso Cehegín y Pulpí.
En esta ocasión, la noticia había
saltado en la autopista de peaje AP-7, entre Vera y Cartagena. No recuerdo qué
institución europea acababa de sacar un informe que revelaba que el túnel más
seguro de toda Europa era el de la Loma de Bas, a mitad de camino entre Águilas
y Mazarrón, y a por tanto a una hora aproximada de nuestras instalaciones en el
polígono Saprelorca, casi en Puerto Lumbreras.
Óscar y yo miramos el reloj. Las
doce. Una hora para llegar, tres o cuatro minutos para grabarlo todo, y otra
para volver. Teníamos tiempo para hacer la cobertura. Cogimos la furgoneta y
fuimos a la autopista. Llegamos al túnel. Aparcamos en el arcén, empezamos a
grabar. Al acercarnos al túnel escuchamos una voz proveniente de un poste con
una cámara y un altavoz: Por favor,
diríjanse cuanto antes a las oficinas de la autopista. La AP-7 es una
concesión privada -que cuando llega el momento rescatamos entre todos, porque
así funciona esto-, y por tanto no se puede grabar sin autorización. Pero, en
fin; como era una noticia positiva dimos por concedido el permiso; seguro que
les iba a encantar. No había tiempo para otra cosa.
Hicimos caso omiso de la voz de
ultratumba y grabamos un in situ: una intervención del periodista mirando a la
cámara. Lo que en otros sitios se denomina speech. Como hacíamos siempre,
grabamos un par de tomas para ahorrarnos problemas. Después yo me puse al
volante, entramos en el túnel a la mínima velocidad posible, el cámara bajó la
ventanilla y grabamos unos planos subjetivos de aquel túnel que, por lo visto,
era el no va más en seguridad. Y que, por cierto, si habéis pasado por él
últimamente habréis visto cómo está ya el firme, más ondulado que el pelo de las
Meninas...
Salimos de la autopista, volvimos a
entrar. Íbamos con cierto recelo por si alguien nos detenía al llegar a los
peajes y nos obligaba a darles explicaciones -algo a lo que sin duda tenían
derecho-; al salir de la AP-7 me entró una duda.
- Óscar -murmuré-, que creo que he
dicho mal el in situ.
- ¿Qué dices?
- El túnel de la Loma de Bas está
entre Águilas y Mazarrón... y yo creo que he dicho entre Mazarrón y Cartagena.
Miramos el reloj. De haber sido más
tarde, no habría habido problema: habríamos sacrificado el in situ sin dudarlo.
Más vale una noticia incompleta a tiempo -siempre que no se quede en el tintero
nada esencial-, que una virguería que llegue medio minuto tarde. El problema
era que, honestamente, teníamos tiempo de regresar al túnel y repetir el in
situ para cumplir con lo que nos había pedido el editor. Así que paramos y
escuchamos las tres tomas que habíamos hecho. Efectivamente, en las tres salía
yo ubicando el túnel más seguro de Europa treinta kilómetros más arriba de
donde estaba en la realidad. De manera que dimos media vuelta, volvimos al
túnel, echamos una carrera tratando de que los del poste no se dieran cuenta de
nuestra presencia, y vuelta a empezar.
Una de las infinitas aplicaciones de
la Ley de Murphy en Periodismo es que la ubicación de tu noticia dentro de un
telediario es directamente proporcional a lo mal que vayas de tiempo. Si llegas
una hora antes, tu noticia no se emitirá hasta las tres y media de la tarde.
Pero si llegas con los minutos raspados, te la encontrarás en la cabecera del
informativo. Efectivamente, cuando encendí el ordenador me encontré con que nuestro
túnel no sólo iba arriba del todo, sino que era la pieza que abría el
informativo; y no sólo había una noticia, sino dos, porque también me habían
puesto un sumario, unas imágenes de unos quince segundos comentadas por el
presentador.
Al trote, al trote. Redacté el
sumario, le puse un rótulo -EL TÚNEL MÁS SEGURO-, monté el sumario; dejé a
Óscar mandando la pieza a Murcia, tranquilicé al editor, tranquilicé a mi
coordinadora, tranquilicé a media redacción -las llamadas de teléfono se
multiplican a medida que se acerca la hora del informativo, y no suelen ayudar
a relajarte-. Me puse con la noticia de verdad, la de un minuto de duración:
redactar la entradilla que leerá el presentador, redactar el texto, ponerle
voz, montar las imágenes, escribir los rótulos...
Mientras la noticia viajaba desde
Lorca hasta Murcia por la fibra óptica comenzó el informativo. Sintonía de 7 Región
de Murcia, saludo cordial de David Jiménez e Iván Gómez... y la voz educada,
sonriente, de David:
- El túnel más seguro de Europa está
en nuestra Región.
Óscar y yo nos miramos, satisfechos.
Pero pronto llega la duda. En vez de las imágenes de la Loma de Bas aparece una
animación en tres dimensiones.
- Ése no es mi sumario -murmuro.
Nos quedamos callados, mientras
David enumera las virtudes del túnel... y, de repente, aparecen unas imágenes
en blanco y negro que los frikis de YouTube conocemos bien. Un túnel en Georgia
por el que circulan automóviles de la era soviética. Ladas, Yugos, Wartburg... chocando
unos contra otros a gran velocidad. Sin duda, al ver que nuestro sumario no iba
a llegar a tiempo, el editor pidió planos de túneles, los que fueran... Y ese
vídeo -el Túnel de la Muerte- tiene tantas visitas que es el primero que
aparece cuando haces la búsqueda en YouTube. David siguió hablando, sin
descomponerse, mientras en la pantalla aparecía un autobús de fuelle haciendo
eses de un lado a otro del túnel... aunque el editor, o el propio realizador,
tuvo la rapidez de quitar las imágenes instantes antes de que la cola del
autobús hiciera el látigo y se estampase contra una de las paredes del presunto
túnel aguileño.
He recordado la anécdota al ver la
metedura de pata de TVE a costa de Rafa Nadal. El mejor escribano echa un
borrón; nosotros no éramos los mejores en nuestro oficio, pero en 7RM todos
echábamos muchas horas, muchos kilómetros, para dar el mejor servicio a los
murcianos, y borrones como aquél del túnel -provocado, en origen, por un error
mío- eran inevitables antes o después. Suerte que el editor, o el realizador, estuvieron al quite y pudieron desconectar las imágenes antes de que aquel informativo comenzase con una astracanada.
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