La
Oficina Periférica de Comunicación (OPC) de la Guardia Civil de Murcia informa
de un par de sucesos resueltos en los últimos días.
El Carmolí. Calles a oscuras por robar
el cable
Once
calles de la pedanía cartagenera de El Carmolí se quedaron a oscuras por la
actuación de una banda que presuntamente había robado el cable subterráneo del
alumbrado público tras abrir las arquetas. Los guardias recibieron algunas
llamadas de vecinos que alertaban de la presencia de una furgoneta sospechosa. Al
ver que llegaba la patrulla, los dos ocupantes de la misma se dieron a la fuga,
abandonando el vehículo y sus herramientas, aunque fueron detenidos poco
después.
Se
trata de un español de 35 años de edad, vecino de La Unión, y un (o una) menor
de edad de quien no se ha facilitado ningún dato. Según la OPC, uno de ellos acababa
de salir de la cárcel y tenía numerosos antecedentes por hechos similares. Se
les han imputado varios delitos de robo con fuerza en grado de tentativa.
Murcia y otras provincias. Castigados sin robar
La
Guardia Civil ha desarticulado en Madrid una banda que presuntamente estaba
especializada en robos en joyerías y otros
comercios. Actuaban en diferentes provincias españolas, entre ellas
Murcia.
La
Operación Torcal -que así la ha denominado la Benemérita- se ha saldado por
ahora con el registro de cuatro domicilios -todos ellos en la Comunidad de
Madrid-, la detención de ocho personas, la imputación de otras cuatro y la
aprehensión de joyas, herramientas industriales y otros objetos con un valor
superior a los 150.000 €.
Los
agentes empezaron a investigar a un grupo de rumanos residentes en Torrejón de
Ardoz (Madrid), de quienes se sospechaba que podían estar moviéndose por buena
parte de España robando en tiendas. Usaban coches alquilados o robados, con los
que se desplazaban a gran velocidad, siempre muy alerta para no ser detectados
por los cuerpos policiales. La banda estaba muy jerarquizada, y el líder
llegaba a sancionar a quienes le desobedecían bien con castigos físicos o
prohibiéndoles salir a robar durante un tiempo, evidentemente sin tener derecho
entonces a su parte del botín.
Los
presuntos ladrones llegaban al lugar elegido -solían ser poblaciones pequeñas-,
estudiaban el comercio y las rutas de huida, y actuaban reventando puertas o
ventanas, neutralizando las alarmas... Se llevaban objetos pequeños, que
pudieran revender fácilmente en el mercado negro. Por el momento se les imputa
una veintena de acciones en diferentes provincias: Córdoba, Toledo, Zaragoza,
Murcia y Madrid.
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