Estos días, cientos de ciudadanos de
toda la Región están participando en marchas pacíficas, con las que reivindican
algo que nos afecta a todos: el final de los desahucios; que el dinero para
inversiones públicas no se vaya a que a los bancos les cuadren las cuentas; el
fin de tanto recorte en educación, sanidad, pensiones, dependencia... En
definitiva, que no nos empobrezcan para que nuestro dinero se los lleven los
ricos de España o de otros países europeos.
La Marcha contra el Paro, la
Precariedad y los Recortes salió ayer de Totana, pasó por La Hoya en medio de
un despliegue de la Guardia Civil que muchos consideraron excesivo, y llegó a
la ciudad de Lorca sobre el horario previsto, a eso de las seis y media de la
tarde. Entró por Las Palmeras, recorrió la avenida de las Fuerzas Armadas,
calle Mayor, y luego dio media vuelta pasando junto al parque de la petanca de
San Diego, final de la avenida Europa, puente del Eroski, avenida Juan Carlos,
Óvalo, de nuevo la avenida y por último la plaza Calderón, delante del teatro
Guerra, donde algunas personas expusieron sus objetivos y reivindicaciones.
Ayer por la tarde caía en Lorca una
ligera llovizna, que desde luego no paró a quienes se juegan tantas cosas. De
hecho se juegan lo mismo que nosotros: la precariedad, y al final del camino la
miseria. Porque hoy en día a los trabajadores les han condenado a seguir un
recorrido siniestro, un parchís macabro que comienza con los recortes en
derechos laborales, continúa con el ERE, después nos lleva a engrosar ese más
del 25% de parados, cuando se acaba el paro llega la ayuda familiar, luego los
Bancos de Alimentos de Cáritas, y al final dormir en los albergues o
literalmente en la calle. Un recorrido por el que están pasando millones de
personas que tan sólo uno o dos años antes tenían trabajo y vivienda, y que
desde luego no se soluciona quitando más y más derechos mientras los banqueros
y los alemanes se frotan las manos satisfechos por esta fuente de ingresos
dócil e inesperada.
Esta primera marcha está organizada
por dos entidades de las que hasta hace poco no teníamos noticia, pero que se
están convirtiendo en protagonistas: la Plataforma de Afectados por la Hipoteca
(PAH) y el Foro Social. Algo que puede responder al descrédito que está
sufriendo la clase política en masa, por las mentiras, los robos y los
escándalos de una parte bastante representativa. Anoche llegaron a Lorca entre
200 y 300 personas, enarbolando la bandera republicana, la anarquista y la arco
iris; sin duda esta última para celebrar que el Tribunal Constitucional ha
ratificado la legalidad del matrimonio gay. Entre los participantes, algunos
sindicalistas destacados como Enrique González, Daniel Bueno o Antonio Jiménez;
los concejales de IU Pedro Sosa y José García Murcia -no le vi en persona, pero
me consta que asistió- y el líder del PSOE de Lorca Daniel Martínez Fajardo.
Lo primero que quisieron explicar
fue que no son delincuentes, sino ciudadanos normales. Recuerdo que Alfonso
Guerra, cuando era vicepresidente del Gobierno, fue de los primeros en emplear
el argumento diabólico de que las huelgas van contra el "derecho a
trabajar" de los esquiroles. Y no es así; en realidad las huelgas son una
manera de expresarle una protesta al Gobierno, casi siempre en defensa de la
calidad y cantidad de los empleos. Los últimos Gobiernos se han esforzado en
meterle al ciudadano el miedo en el cuerpo, con el apoyo inestimable de algunos
exaltados, que siempre los hay, pero que no son representativos. Cuando hay
alguna huelga se habla más de los piquetes que de los objetivos de dicha
huelga, como si dentro de muchas empresas no hubiera piqueteros con traje de
chaqueta, dispuestos a tomar nota de quién se va a ir a la calle en el próximo
ERE por secundar la huelga. Por eso, al llegar al teatro Guerra, José Coy, de
la PAH, se tuvo que esforzar en explicar lo obvio: que se trataba de una marcha
de ciudadanos pacíficos, de trabajadores como los demás, y que en ningún caso
iban a atacar al pequeño comercio, porque los comerciantes y los autónomos son
sus vecinos y también son víctimas de una crisis que ellos no han provocado,
pero que les está llevando a la ruina, como a todos.
Habló Pedro Sosa, concejal de IU en
el Ayuntamiento de Lorca; una persona comedida en el consistorio, que pienso
que está realmente en su elemento no en el sillón de concejal sino en la calle,
movilizando a los trabajadores en defensa de sus derechos. Más sindicalista que
político, algo que desde luego no me parece mal. Habló de la pérdida de
derechos por parte de millones de ciudadanos, y se refirió además al caso
concreto de las víctimas de los terremotos de Lorca. Afirmó que le parecía
vergonzoso que la Comisionada del Gobierno central para los terremotos,
Inmaculada García, tenga un sueldo de 70.000 € mientras siguen faltando ayudas
a los damnificados.
José Coy se despachó a gusto.
Comenzó diciendo que había que exigirle a los bancos la condonación de la
deuda. No puede ser que a una persona la dejen sin trabajo, luego le quiten el
piso y aún encima le obliguen a seguir pagándole al banco los plazos de la
hipoteca. Advirtió de que, además de parar los desahucios, iban a comenzar a
recuperar las casas de la gente que las había perdido a manos de los bancos.
Animó a los lorquinos a crear una Plataforma Anti Desahucios en Lorca, para
luchar contra este expolio, y mostró especialmente su apoyo a los damnificados
de La Viña.
A continuación atacó directamente al
delegado del Gobierno, Joaquín Bascuñana, acusándole de haberle metido miedo a
los comerciantes como si la marcha pacífica fuera una horda de vándalos.
Protestó por el exceso de guardias civiles que habían acompañado a los
manifestantes en etapas anteriores de la marcha. Desde luego, el paso por Lorca fue discreto, en cuanto a presencia policial. Un par de patrullas de la Policía Local, para regular el tráfico en los cruces y a la hora de cortar las calles, y otro par de dotaciones de la Policía Nacional. Hubo un único momento de tensión cuando la marcha se detuvo frente a las Columnas, exigiendo que permitieran pasar a la furgoneta donde llevaban sus pertenencias y la comida, pero el vehículo reapareció a los cinco minutos sin más consecuencias.
En resumen: esta marcha se acabará
el domingo 11 en Murcia; allí se espera contar con miles de ciudadanos
"pacíficos pero revoltosos", que no estén dispuestos a dejarse
avasallar. Y el miércoles 14 se celebrará una huelga general europea:
ciudadanos de España. Grecia y Portugal, en principio, saldrán a las calles,
dejarán de ir al trabajo, de consumir, de usar el transporte público...
paralizarán el Sur de Europa para exigirle a sus gobernantes que dejen de
vender hospitales para regalarle el dinero a los bancos. Que es lo que está
pasando, y lo que seguirán haciendo si nadie se lo impide.
Se están reduciendo los derechos
fundamentales, que pagamos con los impuestos, a la mínima expresión. Se está
alejando a la gente de la sanidad y la educación públicas, condenándolas a irse
a la privada, que muchas veces se queda por cuatro duros con las antiguas infraestructuras
públicas. El dinero de todos se va a pagar los sueldazos de los políticos, y a
ceder a las exigencias de otros países. Alemania acaba de eliminar el copago
sanitario, y es normal, porque ya se lo estamos pagando nosotros. Ellos están
colocando su deuda a muy buenas condiciones, incluso haciendo dinero, porque
España, Grecia, Italia y Portugal estamos pagando intereses sobre intereses.
Hace falta un Gobierno firme que le diga a la comunidad internacional que
pagaremos cuando podamos, y sin usura. Ninguno de nosotros dejaría a sus hijos
sin comer para pagarle a un señor que vive en Alemania unos intereses
desorbitados, por una deuda que ni siquiera ha generado. Pero al Gobierno le
interesa que las cosas sigan como estén, para no tener problemas con los países
extranjeros ni con los banqueros que financian sus campañas electorales. Una
tónica que el principal partido de la oposición desde luego no parece que vaya
a cambiar. Pero ahora no se trata de votar a unos o a otros, sino de que los
gobernantes decidan a quién le tienen más miedo: a la gran banca, o a los
millones de ciudadanos. A quién les sale más rentable tocarle las narices.
En definitiva, por decirlo con algunas
de las frases que corearon los asistentes: A
ti, que estás mirando, también te están robando. SÍ SE PUEDE.
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